jueves, 30 de septiembre de 2010

Un viaje

Me fui de viaje con mi imaginación. De estar sentada en una silla con mucho sueño por lo poco que dormí ayer, en un estado de total desconcentración, bloqueé completamente mis ideas y me fui de la oficina. En segundos llegué a un lugar que me gustaba mucho, era la casa de la playa de mi bisabuela. Había una terraza donde siempre quise que alguien pusiera una hamaca entre 2 pilares que eran perfectos para eso. Daba el sol durante la tarde y corría un viento fresco que refrescaba la cara, habitualmente colorada por el sol y viento salado. Hoy llegué hasta allá en breves segundos, estaba la hamaca puesta y daba el sol en la cara en cualquier posición de la terraza que estuviera, por lo que tuve que usar mi sombrero. Me tendí en la hamaca tan perfectamente puesta en los pilares y reposé en ella mis hombros y piernas cansadas. Sin zapatos y con algo de arena masajeando mis dedos encontré una tranquilidad imaginaria que hizo alejarme de esta silla, de esta realidad que ni siquiera permite que sienta un rayo de luz natural sobre mí. Con este corto viaje me convencí que ando en busca de la calma, del reposo de la mente y del cuerpo, de las ganas de sentir un airecito que refresque mi cara y de estar flotando sobre el suelo en un suave y continuo vaivén.